Groomer, cómo actúa el acosador y cómo prevenirlo

A través de la entrada Grooming ¿y eso qué significa?, aclaré ese palabro. Ahora toca profundizar un poco más. Vamos a ver las diferentes fases en las que un Groomer (acosador) va evolucionando en el acercamiento al menor.

Foto: HoyEstado

¿Y si el caramelo a la puerta del colegio, te lo ofrece otro niño?

Para poder prevenir este tipo de acoso, debemos tener claro cual es el modus operandi de estos depredadores, a los que también conocemos como Groomer’s. Una vez más voy a usar información del maravilloso curso de seguridad tic y menores de edad de Inteco, aunque la expondré a mi manera.

El llegar a tener el control absoluto de un menor, no se consigue de golpe. Todo el proceso, desde los primeros mensajes hasta la consecución de su objetivo final, lo podemos dividir en 4 fases.

Fase de amistad

Inicialmente el Groomer dedica gran parte de su tiempo a rebuscar a través de las redes sociales más comúnmente usadas por los menores, tratando de encontrar su presa. Se acercará a ella de múltiples maneras. Básicamente cada acosador tiene su especialidad, su estilo.

  • Mediante pago. Se trata del más directo. Ya desde un principio se dirige a los menores proponiéndoles algún acuerdo económico. Ingresos en la cuenta de Paypal del menor, recargas de móvil u otro tipo de regalo a cambio de fotos o vídeos de índole erótica o sexual. En esta fase, las imágenes no tienen porque ser excesivamente comprometedoras, basta con que sirvan para posteriormente chantajear al menor.
  • Engaño. Especialmente perverso, en este caso el acosador se hace pasar por otro menor. La intención inicial es la de ganarse la confianza de la víctima. Llegando a empatizar con ellos, de tal manera que el acosador acabará conociendo sus secretos y temores, incluso datos personales.
  • Seducción. En este caso desde un principio se presenta como adulto. Este tipo de depredadores son especialistas en ganarse a los menores transmitiéndoles mensajes que endulcen sus oídos. Por ejemplo haciendo referencia a su imagen, a sus gustos musicales, o coincidiendo con ellos en aficiones.

Fase de relación

A estas alturas ya hay confianza. El menor se fía y da por bueno lo que le dice el Groomer. Y este busca llevarlo a un terreno de comunicaciones más personales. No le interesa seguir en las redes sociales en abierto. Prefiere comunicarse con el menor por Whatsapp, Telegram.., o en todo caso siempre por mensajes privados. En este entorno más reservado, el tono de las conversaciones empieza a elevarse. Si no lo había hecho ya, comenzará a solicitarle el envío de alguna foto o pequeños vídeos, cada vez con una mayor carga sexual. Lo que ayer eran fotos en ropa interior mañana se convertirán en fotos de desnudos. Y así sucesivamente.

Fase de inicio de abusos

A estas alturas el agresor ya tiene todo lo que necesita para exprimir la voluntad del menor. Y lo hará. El tono de los mensajes cambia radicalmente. Ya tiene con que extorsionarle y la víctima se debe plegar completamente a sus caprichos. Aquellas fotos y vídeos que le envió inicialmente se vuelven ahora pesados como una losa. El Groomer le amenazará con hacerlas públicas si no sigue enviándole material. Su apetito no tiene fin.

Fase de abuso y/o agresión

Foto: ElDefinido

Entre el engatusamiento y la amenaza constante de hacer públicas las fotos y vídeos que tiene del menor, a estas altura su voluntad está completamente anulada. Este es el objetivo final en la gran mayoría de los casos. Llegar al contacto físico, llegar a mantener algún tipo de acto sexual con el menor. Desde tocamientos a mantener relaciones sexuales plenas. Para ello se concertará una cita. Lo más probable es que sea en un entorno que el acosador controle, para después desplazarse a un espacio privado, que rara vez es el domicilio del Groomer.

¿Se puede detectar si mi hijo está siendo acosado?

Esta es la pregunta del millón. Podríamos hablar de mil síntomas, sobre todo cuando se encuentran ya en la tercera y por supuesto en la cuarta fase.

  • En casa. Miedos que antes no tenía, pesadillas, cambios en los hábitos alimenticios, autolesiones (o lesiones difíciles de explicar) crisis de ansiedad, aislamiento, abandono de actividades que antes le gustaban, se esconde al usar el móvil o el PC. Muchos síntomas y ninguno de ellos exclusivo de la angustia que está sufriendo el menor. Por ello la pregunta es difícil de responder.
  • En la escuela. Disminución en el rendimiento escolar, problemas en el aprendizaje, atención y concentración, absentismo, una llamativa sexualización de las relaciones afectivas, lenguaje inapropiado para la edad, miedo al recreo, busca la cercanía de los adultos, se sitúa en rincones…

Como ya dije en alguna otra entrada, nosotros conocemos a nuestro hijo mejor que nadie y sabemos cuando no está bien. Tenemos que ser conscientes de que si nuestro pequeño/a está pasando por algo como esto, tiene que estar sufriendo mucho. Debemos abrirnos a ellos y, con todo el cariño del mundo, tratar de que nos hablen de sus temores, que nos cuenten qué les pasa. Que tengan muy claro desde el primer momento que ellos no son culpables de nada. Porque este es un sentimiento, el de culpa, que los atenaza en la mayoría de los casos. Por mucho que lo que nos pida el cuerpo es pillar al hijo de mala mad** que le está haciendo esto a nuestro hijo, ese no es el objetivo. Para eso están las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

En el caso de que se trate de un alumno y su comportamiento nos haga sospechar, lo recomendable es tratarlo con otro profesor que le diera clases anteriormente, para poder determinar si eso cambios que observamos tienen un fundamento, si efectivamente hay un cambio de conducta. Y en todo caso procede una cita con los padres.

Foto: Pixabay

La solución… Una buena prevención.

Pero no desesperemos. No todo está perdido. Debemos, tanto padres como educadores, establecer una pautas preventivas.

  • Comunicación dentro de la familia. Me es indistinto el modelo familiar. La comunicación debe ser una prioridad para con nuestros hijos. Para mi está a la misma altura que el ponerles un plato de comida a la mesa. Tenemos que entender que la falta de comunicación con ellos les puede hacer tanto daño como el hambre o la sed. Si dedicamos de 8 a 10 horas al día en ganar dinero para que no les falte de nada, ¿no tendremos un momento para hablar con ellos?
  • Romper la brecha digital. No podemos decir que esto del Internet no va con nosotros, que nos pilla muy mayores. Estamos hablando de un entorno en el que nuestros hijos y alumnos se mueven constantemente. Por lo tanto no podemos obviarlo. Tenemos que hacer un esfuerzo por entender qué es eso de las Redes Sociales. Una de las formas más apropiadas es no dudar en que ellos nos enseñen. De esa manera ya estás abriendo una vía de comunicación.
  • Educar en un uso seguro de Internet. Importantísimo explicarles qué hacer, cómo actuar con seguridad en los entornos digitales, redes sociales, comunicaciones privadas (Whatsapp, Telegram…). ¿Dónde ha quedado aquello que nos decían nuestras madres cuando éramos pequeños?
    • No hables con extraños >> No aceptar a desconocidos en las redes sociales.
    • No te subas a coches de gente que no conozcas >> No aceptes quedadas con desconocidos
    • Si estás solo y llaman a la puerta no contestes >> No responder a invitaciones de desconocidos.
  • Avancemos con su edad. Obviamente debemos adaptar nuestra supervisión a la edad del menor. Lo normal es que en Infantil (en los primeros años de educación me refiero) seamos más rigurosos en el control de los contenidos a los que acceden, incluso en conocer los contactos con los que se relacionan. Ahora bien, conforme crecen podemos (y debemos) permitir que sean ellos los que se gestionen. Si de pequeños les hemos enseñado a ser cautos con sus relaciones en las Redes Sociales y a valorar su privacidad, al hacerse mayores deben ser capaces de gestionar los problemas a los que se enfrenten.
  • Cualquier excusa es buena para hablar. No dejemos pasar la ocasión de hablar del tema. Si vemos una noticia en la prensa o en televisión, aprovechemos la ocasión para reforzar en los menores la idea de que el problema existe, que es real y de paso repasar las medidas preventivas.
  • Aplicarnos el cuento. En muchas ocasiones somos los propios padres/educadores los que exponemos a los niños. Debemos ser cautos con la información que publicamos de los menores. De nada vale si nuestros hijos entienden y quieren mantener cierta privacidad, si después somos nosotros los que contamos su vida y milagros en el Facebook, detallando en todo momento donde están y qué es lo que hacen, con un amplio surtido de detalles e imágenes. Como educadores debemos recordar que no podemos publicar imágenes de los alumnos sin la adecuada autorización de los padres. Tenemos que entender que, una vez que hacemos pública una imagen, le perdemos el control. Cualquiera puede usarla.
  • Equipos seguros. Tanto los móviles como los ordenadores han de estar equipados con medidas de seguridad. Claves seguras en las Redes Sociales, programas de antimalware, hacer uso de los sistemas de control parental. A los menores hay que explicarles que todo esto NO es por que ellos hagan las cosas mal, sino porque el problema puede venir de fuera. Un ejemplo fácil de entender: ¿Por qué ponemos cerraduras en las puertas de casa? Con esta pregunta ya tenemos una ocasión para iniciar una conversación.
  • No solo en casa hay WIFI. Mucho ojo con los accesos gratuitos. Es más fácil de lo que creemos que nos controlen lo que hacemos a través de este tipo de accesos. No es que vean lo que nosotros vemos en nuestra pantalla. Que aunque parezca mentira, eso es lo de menos, es que se pueden hacer con nuestras claves de acceso a nuestras Redes Sociales, datos bancarios…
  • Tapa o desconecta la webcam si no la usas. No es un bulo, ni una leyenda urbana. Es cierto que se puede activar remotamente una webcam. No es una técnica sencilla, ni para principiantes, pero es posible. Con ello podrían llegar a gravar imágenes o vídeos de nuestro entorno familiar, o de la privacidad del menor. Es por eso que si no se usa la webcam, debemos desconectarla, o taparla.
Foto: Ecestaticos

Sé que son muchas cosas, mil detalles a los que atender, pero tenemos que pensar que estamos hablando de la seguridad de nuestros hijos y alumnos. Pero si lo pensamos es más fácil de lo que parece. Solo hay que tratar de establecer lazos de confianza. Por un lado explicarles a los chicos lo que está bien y lo que está mal, para que después, en cuanto se vean en una de esas situaciones, sepan actuar. Por otro lado, esos lazos refuerzan el que cuando lo necesiten acudan a nosotros para pedir ayuda. Pero para ello nosotros debemos conocer el terreno en el que se mueven, debemos familiarizarnos con las Redes Sociales.

Os dejo un video muy interesante. Está en inglés con subtítulos en español. A mi particularmente es uno de los que más me gusta usar a la hora de hablar de Grooming.

En definitiva, comunicación y confianza. Sobre estos dos ejes pivota la solución para este grave problema. Los embaucadores están ahí, han estado siempre, pero ahora nos pillan con el paso cambiado. Así que es nuestra obligación ponernos al día.

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